martes, 17 de abril de 2018

Silencio

Una mano la sostenía por la garganta. El aire trataba de entrar a sus pulmones con un quedo sonido de sus labios. Sin embargo, su corazón, lejos de apagarse, aceleraba el latido. La sangre bombeaba hasta sus oídos como si de un torrente se tratara.

No había dedos a los que aferrarse en la lucha por sobrevivir ni a quién culpar de los temblores que electrificaban su mente. Bajo la luz del día tan solo la esperaba la oscuridad, que se ceñía a todos los miembros de su cuerpo, entumeciéndolos. Sus heridas no sangraban a pesar de estar abiertas y el dolor no podía curarlo ni la más potente droga.

Quizás, en sueños muy lejanos, lograría que su súplica fuera escuchada. Aquella voz que resonaba en su pecho con gritos de agonía, algún día quedaría en silencio. Las alas de los ángeles ensordecerían el sufrimiento.